domingo, 28 de octubre de 2012

El canario y la libélula.

Buenas tardes. La entrada de hoy es una fábula que se me ha ocurrido. Describe muy bien la situación de muchas personas, por lo que me parece que reflexionar sobre ella les puede resultar positivo. Espero que les guste.


Había una vez, en una tienda de mascotas un canario llamado Grey. Había nacido en una jaula, junto a 40 pájaros más. Su canto era apagado y su vida era bastante aburrida. Todos sus amigos vivían pensando en que algún día, un humano entraría en la tienda y pagaría por llevarlos a un lugar mejor, un lugar en el que no tuvieran que estar pisando los mismos excrementos durante más de una semana.

Un día, Grey estaba intentando revolotear cuando la mano del dueño de la tienda se introdujo en la gran jaula. De repente, vio que se llevaban a su mejor amiga.
-¡Noo!-Exclamó Grey.
¿Qué iba a ser de su vida ahora?, la iba a echar tanto de menos... ¿y si en vez del lugar mejor que todos sus compañeros de jaula ansiaban encontrar al salir de ahí, su fin fuera algo peor?. Grey, triste agachó la cabeza, se apartó en una esquina y dejó de cantar.
Pasaron tres días y el dueño de la tienda se percató del estado en el que se encontraba Grey.
- Este pájaro está enfermo-. Pensó el tendero y metió la mano en la jaula para ver qué le ocurría.

Grey, asustado y desconfiado, picoteó la mano del tendero y no se dejó coger, prefirió quedarse dentro de la jaula. El vendedor desistió.

Al día siguiente, estaba Grey en su jaula, cuando de repente vio un ser bastante extraño revolotear fuera de la misma. Parecía un pájaro, pero no tenía pico. Grey, preguntó con mucha curiosidad:
-¿Quién eres?-.
- Soy una libélula-.
- ¿Qué haces aquí?-. Preguntó Grey.
- ¿Cómo que qué hago aquí?... Estoy aquí porque me apetece...
- ¿Te apetece?...¿quién te ha traído?
- No necesito que nadie me traiga... Voy volando, yo sola...
- ¿Volar?... ¿y tu jaula?.
- ¿Jaula?... Amigo te recomiendo que salgas de ahí cuanto antes... estás perdiendo la cabeza.




La libélula se alejó  y salió por la ventana. Se quedó observando a Grey desde el escaparate y se marchó. Grey se quedó pensativo. - Esa libélula debe estar enferma-. pensó.- ¿Cómo es posible que no tenga límites? todos los tenemos, desde que nacemos...

De repente, una dulce niña entró a la tienda con su papá.
-Quiero.... ¡ese!-. Dijo la niña señalando eufóricamente a Grey.
-¿Estás segura?-. Replicó el vendedor.
- Sí.
El dueño de la tienda metió su mano en la jaula para alcanzar a Grey, esta vez, pudo atraparlo, lo metió en una jaula más pequeña y la niña lo llevó con ella. Grey se había dejado alcanzar, tenía curiosidad por saber dónde iban todos esos compañeros que salían de su casa, y además, recordaba  las palabras de la libélula que aclamaban que saliera de ahí.


La niña, feliz, se llevó a Grey en una jaula bastante pequeña. Cuando llegaron a casa, pusieron a Grey en el patio de la casa. Allí, se sentía mucho más sólo, no había más pájaros como él. En esa jaula no había nadie más... Grey, deprimido, intentó de mil formas salir por el hueco del comedero. Deseaba con todas sus ansias volver a la tienda. Allí se sentía a salvo. Grey tenía mucho miedo y sentía una soledad absoluta. Además, desconfiaba de todo el mundo. De repente, escuchó un zumbido. Grey levantó la cabeza y vio a la libélula.

- Amiga, tienes que ayudarme a volver a mi jaula, con mis amigos.
- ¿Pero qué estás diciendo?...
- Sí, necesito estar ahí dentro, sé que ahí estoy a salvo y no me pasará nada. Además aquí no tengo con quién cantar, me siento muy muy solo.
- Lo que tienes que hacer es volar. Eres un pájaro.
- Por favor, libélula, quiero estar en mi jaula de siempre ayúdame a escapar.
- Te ayudaré.

La libélula se marchó mientras Grey la esperaba impaciente. Nunca había estado en una jaula tan limpia, pero no era eso lo que quería. Necesitaba su jaula llena de excrementos, sus compañeros desquiciados revoloteando en una jaula de menos de un metro... Era todo lo que Grey creía que necesitaba para ser feliz.

La libélula regresó y se posó al lado de la jaula. Esta vez venía acompañada.
- Este es Mid. Es un pájaro, como tú. El no vive en ninguna jaula, ni en ninguna tienda. Él no se deja manejar por ningún humano, es libre, como deben ser todos los seres de este planeta.
- ¿Y qué me quieres decir?, ¿Me vais a ayudar sí o no?
- Te vamos a ayudar. Te vamos a devolver tu libertad.
- No quiero libertad, quiero volver a mi jaula, con mis amigos.
- Entonces no te ayudaremos.
- Estáis enfermos, los pájaros nacemos para estar en jaulas... ¿qué os pasa?.

La libélula y Mid se alejaron. Al día siguiente, Grey se sentía más desesperado aún. La niña que le había comprado le dedicada 2 minutos al día... Sentía que nadie se acordaba de él y su tristeza iba en aumento. De nuevo la libélula regresó.

- Menos mal que has vuelto-. Dijo Grey aliviado.
- Rechazaste mi ayuda-.
- Sácame de aquí por favor, he cambiado de idea, sólo sácame de aquí y ya iré yo a la tienda-.
- Está bien.

La libélula emitió un sonido y de repente Mid apareció. Picoteó el comedero de Grey hasta sacarlo de su sitio. Por ese agujero, Grey podría escapar. Éste ya tenía por dónde salir, pero aún así, se lo pensó bastante, pues seguía teniendo miedo de mil cosas, incluso de cómo volver a la jaula de la tienda. Tras varios minutos pensando, mientras la libélula y Mid le animaban, Grey decidió salir...
Una vez fuera, Grey se dio cuenta de que no podía volar. Ya no era que no quisiera, es que no podía. Sus alas habían estado tanto tiempo cerradas, que no sabía cómo ponerlas en funcionamiento en un espacio tan grande.

- Ahora eres libre, Grey. Ahora tú decides dónde quieres estar-. Dijo la libélula.
- Quiero volver a mi jaula, no soy como vosotros, mis alas no funcionan.
- Claro que funcionan, sólo que aún no sabes cómo.



Mid y la libélula, enseñaron a Grey a volar en sitios abiertos. Le enseñaron a buscar su propia comida y en definitiva, le enseñaron que podía ser libre. Grey se dio cuenta que ahora podía elegir dónde y con quién estar y decidió quedarse con libélula y Mid, pues ellos le brindaron la oportunidad de elegir por sí mismo qué hacer sin imponerle nada.

Y así es como todos los seres de este planeta, debemos aprender a ser libres. Nadie puede imponernos nada. Tenemos que aprender a confiar, siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos. Una vez que entendamos que ser libres es un derecho, podremos elegir con quién compartir nuestra libertad. :) Que paséis un feliz día.