viernes, 9 de agosto de 2013

TODOS SOMOS VÍCTIMA, FAMILIAR O MAQUINISTA. EMPATICEMOS

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ACCIÓN…

Comienza la batalla de cada día. Te subes a ese tren rumbo a tu destino, pero nunca llegas. De un modo u otro, todas las personas vamos en ese tren. Desde que nacemos, nuestras posibilidades de sobrevivir son fruto de la suerte, la casualidad y lo que algunas personas llaman destino. No somos eternos, estamos de paso y debemos aprovechar cada segundo de nuestra vida siendo conscientes de que mañana, dentro de una hora o en el mismo segundo en el que escribes un texto podemos desaparecer. Parece aterrador y muy frío decirlo de este modo, pero es así. Es una realidad que nos cuesta asumir, pero morir forma parte del proceso natural de la vida.

Nuestra cultura nos enseña a escandalizarnos cuando un suceso del calibre del accidente de tren hace poco ocurrido en Santiago de Compostela tiene lugar, pero bien cierto es que a cada segundo, mueren personas en cualquier lugar del mundo, algunas enfermas, algunas accidentadas, otras sanas y fruto de la desdicha. Una podrías ser tú, otra podría ser yo, pero lo que me sorprende es la crueldad del ser humano que huye de esta realidad y se refugia en apuntar con el dedo, señalar y atacar, buscar un culpable y un único responsable de la desgracia.

En muchos casos, un asesino puede llegar a cometer injusticias que se cobran la vida de personas, pero cuando ese no es el caso, sino que se trata de un fallo humano como el que tú o yo podríamos cometer y de hecho cometemos cada día, porque por suerte o por desgracia, no somos perfectos, cuando se trata de un error no premeditado y que a la primera persona que afecta es al “culpado” pienso que deberíamos ser algo más humanos con el trato hacia ese sujeto.

Para empezar, personalmente no creo que culpar a una sola persona de lo ocurrido, sea lo más adecuado… y mucho menos, que todos los telediarios repitan una y otra vez el nombre, la expresión y las palabras de esta persona. Quien comete un fallo sin premeditarlo, sufre el primero y mucho más cuando tiene una repercusión tan nefasta como en este caso. No es cuestión de defender u atacar, es cuestión de que seamos humanos y comprendamos que las vidas de esas personas no van a regresar y repudiando al maquinista de la manera que se está haciendo, lo único que podremos conseguir es aumentar un odio infundado, porque aún no se ha completado la investigación.


Me parece horrible como las televisiones españolas difunden una y otra vez las imágenes del suceso y hablan culpando de forma absoluta y sensacionalista día tras día al maquinista, quien debe estar pasando el peor calvario que una persona en su sano juicio puede pasar. Desde mi punto de vista considero que ante una catástrofe de tan magnitud, se puede actuar de otras formas y los medios de comunicación deberían intentar tratar este tema con mayor objetividad. Lo que más me llegó al alma fue cómo las figuras políticas aparecían con su traje de chaqueta como si se tratase de la Virgen María. Señores políticos, está muy bien que acudan ante estas catástrofes, pero ya que acuden podrían actuar como ejemplo y en lugar de pasear para que las cámaras les graben, podrían haber donado sangre y haberse implicado de forma más directa en la ayuda de los accidentados. Me parece un paripé bochornoso la forma de actuar de estas personas. 

No debemos olvidar que todos somos uno y que hay muchas formas de socorrer a nuestros iguales, entre ellas, apoyando a los familiares de los afectados, que deben sentir una pena inmensa y apoyando al maquinista, que reconoce haber cometido un error y ha expresado sus ganas de quitarse la vida. Es una persona hundida completamente, que su destino ha hecho que sobreviva para cumplir su pena que será de por vida. Seamos más humanos. Desde aquí el recuerdo a las víctimas y mi solidaridad con todos los familiares de las mismas, con los supervivientes y con el maquinista, ya que tanto tú como yo podríamos haber sido víctima, familiar o maquinista. 

No podemos olvidar que todos cometemos errores y que la repercusión de los mismos dependen de quiénes seamos y dónde nos encontremos, pero ninguno de nosotros somos perfectos. Sé que muchos no entenderéis mi postura, pero EMPATICEMOS.





Silvia HG**